CRÓNICA DE ILO
Prof. Celso Vera
Suárez
Desde el
Mirador de la Pampa I., muy temprano el día, atisbo la ciudad
tratando de avizorar el futuro que le espera. Ensayo un bosquejo imaginario
para ver cómo encuentra a Ilo este 43º aniversario celebrando su mayoría de
edad, comenzada ya la segunda década del siglo XXI. Ingreso por su portal y me
adentro en sus entrañas. Recorro sus pistas, calles y avenidas asfaltadas, su
Plaza de Armas; observo sus malecones intermedios y el principal, orlados por
verdes alamedas y jardines multicolores, por donde pasean libres y gustosos los
vecinos y forasteros llegados de todas las ciudades, respirando hondo y
tranquilos, libres ya de los humos que son cosa del pasado. Allí están, también,
los gigantes conjuntos habitacionales, los hoteles, financieras y
restaurantes. Modernos edificios
trepando por los aires, tratando de vencer la gravedad y arañar el cielo gris
que los cubre casi todo el año. Ilo ha
dejado el pantalón cortito de pequeña caleta engarzada en el desértico litoral
del sur peruano para ponerse los pantalones largos y convertirse, hoy, en Ilo-balneario, Ilo-puerto, Ilo-ciudad. Una
moderna ciudad que ha dejado de darle las espaldas al mar.
Por la mañana, todas las gentes, consciente
o inconscientemente, confluyen en un lugar: el varadero. Van en busca del
preciado jurel, la caballa, la cabinza y el pejerrey, que son base del alimento popular y que han de servirlos luego en
infinidad de potajes. El muelle artesanal hierve en frenética actividad. La
mar, madre generosa, ha obsequiado sus frutos a los bravos pescadores que han
pasado días y noches de insomnio y
aventuras montados en precarios botes y alumbrados sólo por la luz de luna. El
sol, ya en el cenit, ha despertado a la ciudad que exuda sus vapores de hembra,
su olor a buena pesca y el crujir de grúas y poleas de barcos de todas las
banderas. Parlan las gaviotas y, más allá, otros buques esperan la estiba.
Pasado el mediodía la brisa refresca los sudores y mitiga el trajín y los
ardores de un sol que quema y hostiga. Por las calles de todos los caminos los
transeúntes van y vienen, se pierden por la doblez de las esquinas ansiosos por
servirse un sudado de mero, una humeante parihuela o un ceviche con harto
rocoto para reparar las energías.
Entrada ya
la tarde del ardiente estío, aparece por el malecón el imponente anfiteatro de
media luna griega, teniendo como marco el azul marino y como trasfondo, cayendo desde el cielo, un
gigantesco sol, que, como un dios rojo, va hundiéndose en el mar, llevándose
penares y amarguras. Luego, la penumbra cae lentamente pincelando el cielo con
celajes y figuras espectrales. Una gaviota, rauda, corta el cielo perdiéndose
en la bruma. Desde mi atalaya veo prenderse las luces de la ciudad que
parpadean como un manto de luciérnagas siderales.
La noche me
genera interrogantes y dilemas. ¿Qué depara a Ilo el futuro? La Historia me
acude para resolver el problema. Roma, la antigua, era el ombligo del mundo, y
todos los caminos conducían a ella. Ilo, entrado ya al siglo XXI, debe y puede
convertirse en el ombligo del Pacífico Sur, y sus rutas marineras conducirnos
hacia los gigantes y tigres del Asia (China, India, Singapur, Taiwán, Japón …)
Hay que pensar en grande para ser grande. Ilo, ciudad de cielo triste, se ha
convertido en un puerto que encierra alegría, pujanza, solidaridad, nostalgia,
y, sobre todo, esperanza y pluralidad. Sí, pluralidad, porque Ilo se ha
convertido en un puerto donde confluyen todas las sangres. Allí está la
numerosa colonia puneña dándole vitalidad al comercio en los mercados, ferias,
ferreterías y construcciones; también está, la no menos numerosa colonia moqueguana,
asentada, principalmente, en el magisterio. Cómo no recordar a las promociones
enteras egresadas de la Escuela Normal de Moquegua que vinieron a educar a la
niñez y juventud ileñas. De igual manera, están los Clubes Departamentales de
Arequipa, Cusco y Tacna, así como el numeroso contingente de tambeños,
camanejos y atiqueños y muchos otros que
vinieron de diversas partes del país, sin olvidar a los inmigrantes chinos e
italianos. Ilo y su mar les extendieron sus manos generosas y los acogieron a
todos por igual.
La
Pampa, mal llamada inalámbrica (¡?), por su ubicación ha llegado a constituirse
en el verdadero Alto Ilo. Empezó a poblarse allá por los primeros años de la
década del 90 con el falso anuncio de
que Ilo se iba a convertir en Zona Franca, lo que atrajo a propios y extraños
con la esperanza de un trabajo, y allí se quedaron. Se instalaron con sus
familias, poblándola aceleradamente. Hoy, ya es toda una ciudad que cuenta con
vida propia. Los centros de estudios superiores se ubican allí, de igual manera
un buen número de I.E. de inicial, primaria y secundaria; así mismo, cuenta con
una comisaría, un parque industrial, un terminal terrestre, un mercado y una
feria semanal. El sueño de los moradores de este importante sector es
convertirse en distrito. Sueño que aún no se hace realidad.
Ilo y
su Cultura Chiribaya. La que nos da a conocer que nuestros primeros pescadores
se asentaron en estos lares hace 10 mil años, allí están las evidencias en el
Sitio Anillo y la Pampa del Palo, al sur de la ciudad. Sobre este tema, cómo no
recordar que allá por 1986, siendo alcalde el Dr. Julio Díaz Palacios, se llevó
a cabo el “Primer Encuentro de Arqueología Regional”, con presencia de reconocidos historiadores chilenos y peruanos
y duró toda una semana con lleno completo en el auditorio municipal, y, en
donde uno de los temas tratados fue, precisamente, “Ilo, 10 mil años de historia”.
Ilo y
sus museos. El museo del distrito de El Algarrobal tiene 20 años de creación y
es una de las principales atracciones turísticas, pero al cual hay que
imprimirle más vida y dinamismo emprendiendo una promoción más intensa para que
los niños, jóvenes y ciudadanos en general visiten este museo. Y, a
propósito, ¿qué suerte habrá corrido el museo privado de la familia Jiménez? Es
todo un misterio. Hay que ir a su rescate.
Ilo y sus
personajes ilustres. Destaca el Mariscal Domingo Nieto, llamado con justicia El
Quijote de la Ley, y ya es conocido su itinerario de militar patriota. También
está el poco conocido Coronel Juan Gasteau, que destacó durante la guerra con
Chile en las batallas de San Juan y Miraflores, plegándose luego a la
resistencia que en los Andes acaudillaba el General Andrés A. Cáceres; así mismo, participó en
los combates de Pucará, Marcavalle y Concepción, y halló muerte heroica en la
batalla de Huamachuco el 10 de Julio de 1883.También destaca como hijo ilustre,
el Dr. Luis E. Valcárcel, que fue, entre los de su generación, quien caló con
más hondura y ahínco en el pasado incaico; y por ello, es y sigue siendo, una
de las 4 figuras más representativas en el campo de la historia del Perú.
Mención aparte merece el General Jorge Fernández Maldonado, forjador de la
creación de Ilo como provincia en 1970;
y que, sin embargo, no ha merecido distinción alguna por parte de las
autoridades, ya que ninguna avenida o centro educativo lleva su nombre, menos
se le ha levantado un busto o monumento. Ilo tiene una deuda pendiente con él.
Así,
de esta manera, llegamos al final de este recorrido imaginario por la ciudad de
Ilo. Una ciudad que nunca parece enteramente inerte o en reposo; todo lo
contrario, se mueve al influjo de su fuerza creadora. Ilo faro, Ilo guía. Ilo,
un puerto que lleva al mar como bandera.
Feliz 43º Aniversario.
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