A finales del siglo XIX la economía del distrito de Ilo era realmente precaria, por lo que urgía mejorar las rentas y recabar nayores ingresos. El 7 de febrero de 1892 la comisión encargada presento a sesión de concejo lo que es el primer presupuesto municipal del que se tienen noticias documentadas. El valor de este documento está en los datos que aporta, en la forma como se planificaban los ingresos y en los indicadores que nos permiten reconstruir las características de la economía a fines del siglo XIX en Ilo.
Los ingresos estaban principalmente referidos a los impustos que se pagaban por diversos rubroso y que el Concejo aprobaba. Así, en la sisa (impuesto para el comercio de carnes), cada cabeza de cerdo pagaba 60 centavos y la chalona 5 centavos; en él rubro de artículos, las limonadas, sodas oxigenadas, aguas de seltz, y otras similares, efervescentes o no, pagaban cinco centavosla docena; el ciento de cajetillas de cigarrillos extranjeros pagaban 40 centavos y por la misma cantidad de los nacionales se cobraba 20; el quintal de harina de 46 kilos pagaba 10 centavos, el quintal de arroz 5 centavos y el de azúcar 23 centavos.
En el rubro de peajes, toda mula que entraba cargada a la población pagaba 9 centavos, cada diez mulas sin carga pagaban 18 centavos. Todo borrico cargado pagaba 4 centavos y cada diez de ellos sin carga abonaban 18 centavos.
En el alumbrado y aseo el tributo lo pagaban todos los vecinos en base a un padrón que la municipalidad mandaba confeccionar y que siempre generaba las quejas del vecindario y de los comerciantes lugareños.
El tributo a los bultos solo se aplicaba cuando estos se desembarcaban en Ilo y la escala era la siguiente: todo el que no superase los 46 kilos pagaba dos centavos y cuatro los que pasaban aquel peso.
En el rubro de rodajes, pesas y medidas y collares, toda carreta de tráfico continuo al mes pagaba 50 centavos; cada carreta que servía en la ciudad y en el campo pagaba un sol al semestre; la verificación del sello en cada metro utilizado en el comercio tributaba 50 centavos, la verificación del sello en balanzas o romanas que pesasen menos de 100 kilos pagaba un sol al año y, entre otros, la verificación de sellos para perros pagaba un sol al año por raza grande y 50 centavos por raza pequeña.
En el tema de licencias, la apertura de nuevo negocio de primera clase (cuando el capital excediese los mil soles) pagaba por unica vez cinco soles; todo negocio de segunda clase (su capital fluctuaba entre 500 y mil soles) pagaba tres soles y los negocios de tercera clase (capital que no escedía los 500 soles) pagaba dos soles. Toda persona que solicitase licencia para algún espectáculo, cualquiera sea el tipo, pagaba por cada vez un sol y la licencia para reventar cohetes en las noches hasta las 12 debía abonar la suma de 20 centavos.
En otros impuestos, cada tonelada de lastre pagaba 50 centavos; cada tonelada de guano un sol; pino y roble descargado, el millar de pie 2 soles; el ciento de lumillas, lumas, cuartones, tablas laurel y tablones de alerce 60 centavos; lumones, tijerales, madrinos y durmientes, el ciento un sol; viguetas, tablones de roble y curvas 2,50 soles el ciento; cada cuaderna pagaba 50 centavos y cada viga desde 12x12tributaba 4 soles.
Esto no es sino una pequeña muestra de la meticulosidad con la que se establecían los tributos que sostenían la economía local.
Cortesia de
ILO: NUESTRA HISTORIA
publicado por Ewin Adriazola
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