Preside desde hace 10 años el PPC, partido en el que milita desde hace 35. Lourdes Flores dice que verá comicios de 2016 desde las tribunas.
"No quiero que renazcan asesores en la sombra, ni poderes paralelos", advierte. (USI)
Por Patricia Quispe Villanueva
Su última intervención en la contienda electoral municipal la dejó herida políticamente. Hoy, con voz serena y semblante relajado, lanza una voz de alerta sobre algunas señales de riesgo en el gobierno de Ollanta Humala que podrían –advierte– conducirnos a un autoritarismo como el de Alberto Fujimori.
Ha dicho que se tomará un respiro, ¿significa eso su jubilación en política?
Me toca estar en la retaguardia. El partido va a vivir dentro de unas semanas la renovación de sus cuadros, en un proceso en el que participan más de 1,500 candidatos; lo que hace ver que –siendo un momento en el que calienta motores el nuevo gobierno– hay entusiasmo en el partido. Así como yo he tenido 10 años en la conducción, es bueno que ahora se consuma un proyecto simbólico hacia 2021. No dejaré de hacer política, soy política por vocación y convicción, pero sí quiero que haya un liderazgo nuevo en el partido.
¿Relaciona su imagen a la derrota y por eso se aleja del PPC?
Espero que no haya de mí una imagen de derrotada porque no lo soy. Agradezco el respaldo recibido y lamento no haber llevado a mi partido a la victoria. Eso supone analizar causas, y una de ellas es que, a pesar de la simpatía y cariño que he recibido de muchos ciudadanos, eso no fue suficiente para ganar. Si lo analizo con frialdad, es evidente que debe haber algo en mí que termina no calando en la ciudadanía, para estar casi y no llegar.
¿No volverá a postular a la Presidencia?
Cuando uno dice “no”, se cierran las puertas y no sabe qué puede pasar y, si dice “sí”, suena como angurrienta y desesperada, y dicen: “esta que pierde toda la vida…”. Dejemos que la vida me lleve a donde tenga que estar.
¿De qué se arrepiente?
No me arrepiento de nada porque he sido muy genuina. Si me pregunta si me siento satisfecha, le digo que no puedo sentir satisfacción si quise ser presidenta y no lo logré, y tampoco que mi partido llegue al poder, pero soy demócrata y, si no logré persuadir a un número suficiente de electores, será porque no ven en mí al líder que esperaban.
¿Cuál es su balance del Gobierno?
Me satisface ver un mensaje más moderado del que esperaba. No me encuentro entre quienes ven con tremendismo que todo está perdido y que el camino inexorablemente irá en una dirección que no es la correcta, pero tampoco me siento ni me duermo, y no dejo de poner algunas señales de alerta, como en la lucha antidrogas, donde los mensajes han sido muy contradictorios. Otra señal es que sus primeras acciones han llevado al presidente a colocar al Ejército en un rol muy protagónico, en esa relación en que el militar puede sentir que el Ejército es su mejor partido político; de ahí al autoritarismo hay muy poco tránsito. Una tercera señal es que la pareja presidencial constituye un proyecto político conyugal y, finalmente, que ha comenzado a crearse un círculo muy cerrado en lo económico.
Este respaldo al Ejército podría causar celos y roces con la Policía.
Yo esperaría que las Fuerzas Armadas se tecnifiquen, se preparen de modo muy adecuado y que haya recursos del Estado. Me parecería sumamente peligroso que, en razón a esta cercanía con el presidente, comencemos a tener un Ejército diversificándose en sus acciones. El presidente tiene que ser cuidadoso. Las Fuerzas Armadas deben ser revaloradas en su moral, pero tiene que haber profesionalismo y respeto. No se trata de crear competencia ni crear malestar entre dos instituciones que son vitales.
Ese círculo cerrado que rodea al presidente Humala, ¿qué consecuencias puede traer?
(Humala) es un hombre seguramente acostumbrado al círculo cerrado, al secreto de muchas de las cosas, a la reserva en las decisiones. Sus ministros debieran aconsejarle que es en ellos en quienes tiene que confiar, y que resulta peligroso tener ministros debilitados por voces que empiezan a tener más poder que ellos… No quiero que renazcan asesores en la sombra, círculos cerrados, poderes paralelos, porque eso termina debilitando a las instituciones.
Como ocurrió con Fujimori.
Exactamente. Si las lecciones hay que tomarlas, no de fuera, sino de la experiencia que hemos vivido. Cuando el gobernante desconfía de sus colaboradores nombrados por él mismo y comienza a darle más poder a órganos que no están sujetos a control, esos son los embriones del autoritarismo. El país necesita conocer al señor (Luis) Favre, no lo necesitamos cama adentro en Palacio, como dicen que está. Sus verdaderos consejeros tienen que ser sus ministros; los debilita si les pone poderes paralelos o si todos se enteran de que la verdadera decisión no está en el portafolio que conduce el ministro sino al costado de Palacio o en una oficina secreta.
O en su esposa. Muchos opinan que es ella quien administra parte del poder y que tiene aspiraciones políticas.
No tengo el gusto de conocerla. Por lo que veo, es una mujer joven, inteligente, con carisma. Tiene todo el derecho (de postular), pero si el Perú quiere institucionalizarse, tiene que tender a los liderazgos temporales, y la tentación que tiene todo gobernante de imaginar que puede producir un cambio, pero que sin él este no es posible, es fatal. Es irónico que las primeras señales no acerquen a Humala a Hugo Chávez sino más bien al modelo Fujimori, y me temo que esta combinación de mercado y autoritarismo –que en el Perú mucho se aplaude– es algo que puede rondar en algún momento sobre el presidente Humala.
¿Podría convertirse Ollanta Humala en un nuevo Fujimori?
Es posible, porque, si Ud. ve la historia, todos los presidentes elegidos democráticamente han soñado con un tercer período. Lo soñó Fujimori, y forzó la reelección; el presidente Belaunde, a quien su cabalidad democrática, la ley y la edad no le permitieron hacerlo; es el sueño de Alan García, superar los once años de Leguía; es una especie de tentación que todos quieren seguir.
¿Esa cercanía extrema de su esposa que aparece en todo tipo de reunión, puede llegar a jugar en su contra?
Es evidente que a ella le gusta la política como el ajo, y eso no está mal, me parece muy bien, pero ahora que les ha costado tanto llegar al poder, si quiere ser buena compañera de su esposo, tiene que tener la prudencia de no entrometerse en aquello que no le corresponde. Primero, porque en más de una ocasión pasará un chasco diplomático, alguien se acercará para impedirle pasar por una puerta que no le corresponde pasar. Lo que no niego es que el proyecto político se construyó entre los dos, ella tuvo mucho que ver con el éxito de su esposo.
¿La imprescriptibilidad de los delitos de corrupción sería el primer paso para una escalada de reformas?
No le falta razón al decir que cuando se abre la compuerta a una reforma pueden venir muchas más. La oposición tiene que estar con los ojos abiertos para impedir que entremos a una etapa de incertidumbre como consecuencia de reformas que no resultan fundamentales.
No se advierte oposición.
Cuando llega un gobierno lo hace con una luna de miel. Yo estoy satisfecha con la actuación de mi bancada, el tono debe darse cada día más fuerte según corresponda. (…) Los 100 días es buena fecha, uno señala los temores y, si es objetivo, dice las señales que no han estado mal, pero el gran problema de este gobierno es que nadie puede decir: “Yo tengo la seguridad de que esto va a ser así”. Yo no la tengo, y creo que el Gobierno tendría pronto que darnos una señal inequívoca de por dónde vamos, que no haya ambigüedad. No puedo reprocharle sus primeros días, pero, si digo que no tengo certeza es porque todavía falta mucho pan por rebanar.
¿Podría aplicarse un modelo chavista?
Más riesgoso veo el camino de una defensa del mercado con cierta presencia estatal y autoritarismo, más parecida a Fujimori que a Chávez.
Finalmente, ¿Toledo como garante de la democracia hace un buen papel?
Tengo un enorme cariño y respeto por él. Ha vivido un duelo largo, debería conversar conmigo y recuperarse de la derrota, en eso soy buena consejera. La vocera de su bancada dijo: “Nosotros somos el equilibro”. Pues bien, debe jugar ese rol, tiene capacidad de dar mayoría o de no darla en determinados casos. Esta vez no le tocó. Va a ser una buena competencia en 2016. Yo los miraré desde la tribuna.
peru 21 cortesia
Su última intervención en la contienda electoral municipal la dejó herida políticamente. Hoy, con voz serena y semblante relajado, lanza una voz de alerta sobre algunas señales de riesgo en el gobierno de Ollanta Humala que podrían –advierte– conducirnos a un autoritarismo como el de Alberto Fujimori.
Ha dicho que se tomará un respiro, ¿significa eso su jubilación en política?
Me toca estar en la retaguardia. El partido va a vivir dentro de unas semanas la renovación de sus cuadros, en un proceso en el que participan más de 1,500 candidatos; lo que hace ver que –siendo un momento en el que calienta motores el nuevo gobierno– hay entusiasmo en el partido. Así como yo he tenido 10 años en la conducción, es bueno que ahora se consuma un proyecto simbólico hacia 2021. No dejaré de hacer política, soy política por vocación y convicción, pero sí quiero que haya un liderazgo nuevo en el partido.
¿Relaciona su imagen a la derrota y por eso se aleja del PPC?
Espero que no haya de mí una imagen de derrotada porque no lo soy. Agradezco el respaldo recibido y lamento no haber llevado a mi partido a la victoria. Eso supone analizar causas, y una de ellas es que, a pesar de la simpatía y cariño que he recibido de muchos ciudadanos, eso no fue suficiente para ganar. Si lo analizo con frialdad, es evidente que debe haber algo en mí que termina no calando en la ciudadanía, para estar casi y no llegar.
¿No volverá a postular a la Presidencia?
Cuando uno dice “no”, se cierran las puertas y no sabe qué puede pasar y, si dice “sí”, suena como angurrienta y desesperada, y dicen: “esta que pierde toda la vida…”. Dejemos que la vida me lleve a donde tenga que estar.
¿De qué se arrepiente?
No me arrepiento de nada porque he sido muy genuina. Si me pregunta si me siento satisfecha, le digo que no puedo sentir satisfacción si quise ser presidenta y no lo logré, y tampoco que mi partido llegue al poder, pero soy demócrata y, si no logré persuadir a un número suficiente de electores, será porque no ven en mí al líder que esperaban.
¿Cuál es su balance del Gobierno?
Me satisface ver un mensaje más moderado del que esperaba. No me encuentro entre quienes ven con tremendismo que todo está perdido y que el camino inexorablemente irá en una dirección que no es la correcta, pero tampoco me siento ni me duermo, y no dejo de poner algunas señales de alerta, como en la lucha antidrogas, donde los mensajes han sido muy contradictorios. Otra señal es que sus primeras acciones han llevado al presidente a colocar al Ejército en un rol muy protagónico, en esa relación en que el militar puede sentir que el Ejército es su mejor partido político; de ahí al autoritarismo hay muy poco tránsito. Una tercera señal es que la pareja presidencial constituye un proyecto político conyugal y, finalmente, que ha comenzado a crearse un círculo muy cerrado en lo económico.
Este respaldo al Ejército podría causar celos y roces con la Policía.
Yo esperaría que las Fuerzas Armadas se tecnifiquen, se preparen de modo muy adecuado y que haya recursos del Estado. Me parecería sumamente peligroso que, en razón a esta cercanía con el presidente, comencemos a tener un Ejército diversificándose en sus acciones. El presidente tiene que ser cuidadoso. Las Fuerzas Armadas deben ser revaloradas en su moral, pero tiene que haber profesionalismo y respeto. No se trata de crear competencia ni crear malestar entre dos instituciones que son vitales.
Ese círculo cerrado que rodea al presidente Humala, ¿qué consecuencias puede traer?
(Humala) es un hombre seguramente acostumbrado al círculo cerrado, al secreto de muchas de las cosas, a la reserva en las decisiones. Sus ministros debieran aconsejarle que es en ellos en quienes tiene que confiar, y que resulta peligroso tener ministros debilitados por voces que empiezan a tener más poder que ellos… No quiero que renazcan asesores en la sombra, círculos cerrados, poderes paralelos, porque eso termina debilitando a las instituciones.
Como ocurrió con Fujimori.
Exactamente. Si las lecciones hay que tomarlas, no de fuera, sino de la experiencia que hemos vivido. Cuando el gobernante desconfía de sus colaboradores nombrados por él mismo y comienza a darle más poder a órganos que no están sujetos a control, esos son los embriones del autoritarismo. El país necesita conocer al señor (Luis) Favre, no lo necesitamos cama adentro en Palacio, como dicen que está. Sus verdaderos consejeros tienen que ser sus ministros; los debilita si les pone poderes paralelos o si todos se enteran de que la verdadera decisión no está en el portafolio que conduce el ministro sino al costado de Palacio o en una oficina secreta.
O en su esposa. Muchos opinan que es ella quien administra parte del poder y que tiene aspiraciones políticas.
No tengo el gusto de conocerla. Por lo que veo, es una mujer joven, inteligente, con carisma. Tiene todo el derecho (de postular), pero si el Perú quiere institucionalizarse, tiene que tender a los liderazgos temporales, y la tentación que tiene todo gobernante de imaginar que puede producir un cambio, pero que sin él este no es posible, es fatal. Es irónico que las primeras señales no acerquen a Humala a Hugo Chávez sino más bien al modelo Fujimori, y me temo que esta combinación de mercado y autoritarismo –que en el Perú mucho se aplaude– es algo que puede rondar en algún momento sobre el presidente Humala.
¿Podría convertirse Ollanta Humala en un nuevo Fujimori?
Es posible, porque, si Ud. ve la historia, todos los presidentes elegidos democráticamente han soñado con un tercer período. Lo soñó Fujimori, y forzó la reelección; el presidente Belaunde, a quien su cabalidad democrática, la ley y la edad no le permitieron hacerlo; es el sueño de Alan García, superar los once años de Leguía; es una especie de tentación que todos quieren seguir.
¿Esa cercanía extrema de su esposa que aparece en todo tipo de reunión, puede llegar a jugar en su contra?
Es evidente que a ella le gusta la política como el ajo, y eso no está mal, me parece muy bien, pero ahora que les ha costado tanto llegar al poder, si quiere ser buena compañera de su esposo, tiene que tener la prudencia de no entrometerse en aquello que no le corresponde. Primero, porque en más de una ocasión pasará un chasco diplomático, alguien se acercará para impedirle pasar por una puerta que no le corresponde pasar. Lo que no niego es que el proyecto político se construyó entre los dos, ella tuvo mucho que ver con el éxito de su esposo.
¿La imprescriptibilidad de los delitos de corrupción sería el primer paso para una escalada de reformas?
No le falta razón al decir que cuando se abre la compuerta a una reforma pueden venir muchas más. La oposición tiene que estar con los ojos abiertos para impedir que entremos a una etapa de incertidumbre como consecuencia de reformas que no resultan fundamentales.
No se advierte oposición.
Cuando llega un gobierno lo hace con una luna de miel. Yo estoy satisfecha con la actuación de mi bancada, el tono debe darse cada día más fuerte según corresponda. (…) Los 100 días es buena fecha, uno señala los temores y, si es objetivo, dice las señales que no han estado mal, pero el gran problema de este gobierno es que nadie puede decir: “Yo tengo la seguridad de que esto va a ser así”. Yo no la tengo, y creo que el Gobierno tendría pronto que darnos una señal inequívoca de por dónde vamos, que no haya ambigüedad. No puedo reprocharle sus primeros días, pero, si digo que no tengo certeza es porque todavía falta mucho pan por rebanar.
¿Podría aplicarse un modelo chavista?
Más riesgoso veo el camino de una defensa del mercado con cierta presencia estatal y autoritarismo, más parecida a Fujimori que a Chávez.
Finalmente, ¿Toledo como garante de la democracia hace un buen papel?
Tengo un enorme cariño y respeto por él. Ha vivido un duelo largo, debería conversar conmigo y recuperarse de la derrota, en eso soy buena consejera. La vocera de su bancada dijo: “Nosotros somos el equilibro”. Pues bien, debe jugar ese rol, tiene capacidad de dar mayoría o de no darla en determinados casos. Esta vez no le tocó. Va a ser una buena competencia en 2016. Yo los miraré desde la tribuna.
peru 21 cortesia
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