lunes, 9 de mayo de 2011

Renuncia de Gustavo Gorriti a La Republica

Recibimos este envio de Integracion Red Nacional de Noticias

Lo publicamos porque es necesario ver y analizar informacion de los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta para tomar una decision, entiendo que quizas ninguno es de su simpatia, pero asi es nuestro sistema democratico y todo se define en la segunda vuelta

por Gustavo Gorriti

Esta es, primero, una nota de despedida. Junto con ella, puesto que sobre todo en tiempos ominosos los adioses deben ser breves, otra de advertencia, comentario y hasta de arenga.
Termino con este art韈ulo mi funci髇 de codirector y periodista de La Rep鷅lica y dejo la empresa. El humalismo es un proyecto dictatorial. Como hizo el fascismo en la atormentada historia del siglo XX, busca utilizar las armas de la democracia (sobre todo las elecciones) para asesinarla. Utilizar?el lenguaje de izquierda cuando le convenga (como lo hizo el fascismo en la mayor韆 de los casos), hasta tomar el poder. Luego de eso, los tontos 鷗iles y los idiotas de ocasi髇 que negociaron su apoyo seducidos por la ret髍ica o por la exhortaci髇 de Hugo Ch醰ez, tendr醤 a駉s por delante en los que podr醤 lamentar su estupidez.
Con Ollanta Humala viene el proyecto de una dictadura c韛ico-militar. M醩 militar que c韛ica, y con fort韘imos elementos fascistas. Olv韉ense de Evo Morales (que es otra cosa, un l韉er sindical civil) y piensen en Montesinos.
S? en Montesinos.
Ollanta Humala dice que no hay fujimoristas en su grupo, y de repente tiene raz髇: solo hay montesinistas.
Dice tambi閚 que no hay generales montesinistas, y de repente tiene raz髇 otra vez: solo hay coroneles y comandantes montesinistas.
縌ue exagero? A ver: a la diestra y la siniestra del comandante Humala, est醤 los coroneles Villafuerte y Loyola, dos de los militares que conducen su campa馻 electoral como una campa馻 militar. El coronel Villafuerte fue el hombre de confianza del muy montesinista general Saucedo; el coronel Loyola fue hombre de confianza del recontra montesinista general Villanueva Ruesta. Y el propio comandante Ollanta Humala fue hombre de confianza del ultramontesinista general Cano Angulo. Finalmente, si el coronel Alberto Pinto C醨denas, el hombre de Montesinos durante la decisiva primera parte del fujimorato, resulta siendo -como lo ha revelado El Comercio- otra importante figura militar de la campa馻, se refuerza la inescapable conclusi髇.
La campa馻 de Ollanta Humala es la campa馻 de los hombres de confianza de la c鷓ula militar montesinista. Ah?est醤, las manos derechas de Villanueva Ruesta, de Saucedo, de Cano Angulo, del propio Montesinos. se es el cogollo, esa es la campa馻! ay que despertar a tiempo!
En el Per?no somos tantos los periodistas de investigaci髇 con experiencia y alguna veteran韆. No siempre estamos de acuerdo entre nosotros y hasta nos peleamos para variar. Pero en lo que todos coincidimos es en advertir la presencia montesinista en el centro del proyecto dictatorial humalista.
El proyecto de una oligarqu韆 militar que aprendi?las lecciones del pasado, las mieles de la cleptocracia y que si toma el poder har?todo lo necesario para quedarse en 閘 por una generaci髇. No repetir醤 los errores de Montesinos. Ser醤 los tiempos de la doctrina Madre M韆.
El grupo de civiles que los rodea, los aventureros, especuladores, traficantes y tontos 鷗iles, son nada m醩 que una nata usable o descartable.A mi vez, no quiero repetir tampoco los errores del pasado. En 1990, 1991 y 1992 alert? junto con otros pocos, sobre la presencia e influencia de Montesinos en el entorno inmediato de Fujimori. Este, por supuesto, minti?en todas las formas y maneras al respecto, y hubo una significativa cantidad de gente que decidi?hacerse la tonta. Pero, en perspectiva, creo que no advert?sobre ese peligro con la suficiente energ韆 y contundencia. Quiz? de haberlo hecho, otra gente se hubiera sumado a tiempo y Fujimori lo hubiera pensado mejor cuando Montesinos era todav韆 vulnerable. Despu閟 perdimos a駉s y mucho m醩, nos robaron cientos de millones de d髄ares, envilecieron el pa韘, nos forzaron a luchar cuesta arriba para derrocarlos. Que no se repita, no lo permitamos, porque ahora ser韆 mucho peor. Para decirlo en castellano: permitirlo significar韆 joder la democracia y joder al pa韘 por una generaci髇.
Ya lo hemos vivido en nuestro pa韘, de diversas maneras. Lo del r間imen de Montesinos y Fujimori fue harto malo. Puede ser mucho peor.
Y aqu?llego al punto central: si en democracias consolidadas, el deber de un periodista es la independencia y la imparcialidad, para informar a la gente, libre de la influencia de grupos de presi髇 o de poder; los periodistas en democracias precarias tienen un deber adicional: defender la democracia, sin la cual no hay derecho ni libertad ni periodismo que ejercitar.
Por eso he utilizado esta p醙ina durante las 鷏timas semanas para alertar sobre el peligro que representa el humalismo para la supervivencia de la democracia en el Per?/u>. Y ahora quiero hacerlo y recalcarlo por 鷏tima vez.
Voten, lectores, por quien quieran, en tanto sea un candidato democr醫ico. Pero ni Ollanta Humala ni Martha Ch醰ez. Y en la segunda vuelta, si entra Humala, el deber de todos debe ser respaldar y movilizarse por el candidato o candidata dem骳rata que lo enfrente.
Y ahora s? me despido. A mis compa馿ros de La Rep鷅lica, con el recuerdo del trabajo y los cierres compartidos, les deseo lo mejor, en el periodismo y la vida. A ustedes lectores, espero haberlos servido. Tratar de hacerlo fue un honor



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